
Y es que resulta que todos llevamos una mochila invisible en la cabeza, que se llena de pompas (que nos hacen sentir felices y ligeros) cuando nos dicen cosas agradables y positivas. Pero, si nos dicen palabras negativas (palabrotas, insultos, comentarios desagradables...), la mochila se llena de piedras (que pesan y nos ponen tristes).
Hemos aprendido que esas piedras se vuelven a transformar en palabras para dejar de estar en nuestra mochila, cuando pedimos ayuda o contamos lo que nos han dicho o hecho. No hay que quedarse callado y triste, sino que hay que buscar a alguien que nos pueda ayudar: papá, mamá, la profe, los abuelos, un amigo mayor...
Les hemos contado a los compañeros que van a Religión qué significa el mural y hemos contado el cuento para todos.
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